¿Te fijas en los pequeños detalles? Esos que llenan la vida de color, sabor y pinceladas de magia… Yo sí, aunque supongo que no siempre.
A veces me enredo a hacer planes con el piloto automático activo y me olvido de lo que se esconde en lo diminuto. Nos guste o no la vida está llena de grandes y pequeñas cosas, pero muchas veces es en eso que pasa casi inadvertido donde se esconde un regalo y un cambio de rumbo, algo difícil de percibir y abrazar si no estás atenta.
Ya me ha pasado antes….
Creo que lo bonito del camino es saber apreciar esos pequeños detalles. Como cuando te paras a admirar un escaparate, el tiempo se detiene con un beso, o te organizas y sacas tiempo para deshacerte en sensaciones frente al mar al atardecer o al despuntar el alba. Todo lo mencionado hasta ahora son pequeñas cosas que nos llenan de recuerdos y nos arrancan sonrisas ya sea en el presente, o pasado un tiempo al recordar.
A veces la vida también oculta un guiño en una conversación inesperada, en la sonrisa de un extraño, o a lo largo de una calle en la que no te hubieras adentrado si uno fuera por una «equivocación». Todas estas cosas podemos llamarlas casualidades, pero también regalos.
Si echo la vista atrás soy capaz de ver el regalo que me hizo la vida en forma de taxista. En aquella época estaba viviendo en Palma y era domingo. Justo a la mañana siguiente tenía que firmar un contrato indefinido en un barco…. que nunca llegué a firmar. Esa firma hubiera cambiado mi destino en gran manera y existe una alta probabilidad de que no estuviera hoy tecleando para dar forma a este artículo. Sin embargo, la conversación con ese taxista random me hizo cambiar de decisión y de rumbo: esa misma noche me compré mi primer billete a la India.
¿Casualidad?
Estos últimos diez años he vivido muchas «casualidades» de esas que te hacen pensar un ¿dónde está la cámara?. Soy más de la opinión de que la vida nos envía señales y que si estamos despiertas, somos capaces de cazar alguna. Puedes pensar que soy una mística supersticiosa, o simplemente tacharme de friki. Es bien, lo tengo más que asumido. ¿Quién tiene más que teorías de cómo funciona la vida en este lado del Universo?
Te podría empezar a comer la cabeza de mil maneras diferentes pero no es a eso a lo que he venido, sino a confesar dónde estoy y que no, yo no he estado muy atenta. A veces sí, a veces un poco, y a veces para nada. De hecho, este 2021 me ha revolucionado tanto y a tantos niveles que entre otras cosas he terminado abandonando este blog por más tiempo del que me gustaría (me imagino ahora mismo a Ana González Duque tirándome la zapatilla por alumna descarriada). Pero es verdad, este año me he despistado algo y en este artículo traigo una confesión.
Los pequeños detalles
He llegado al mundo de la escritura por un conjunto de muchos pequeños detalles. Recuerdo que mi abuelo me regaló un diario cuando yo era una renacuaja incapaz de escribir más de tres frases seguidas, que admiraba el papel de cartitas perfumadas que coleccionaba mi hermana mayor, y que mi padre descubrió pronto que para relajar un poco mi hiperactividad lo mejor era enredarme con libros.
Han pasado muchas cosas desde ese primer diario, pero creo que son los pequeños detalles los que han marcado el camino.
Por ejemplo, mi primer blog lo comencé al dejar España, mi primer libro surgió tratando de huir de la monotonía que mi vida de yogui me tenía viviendo en la mágica costa de Goa (en India), descubrí el podcast de «El escritor emprendedor» de rebote cuando me quedé estancada en Nueva Zelanda más meses de los previstos, y si juntas todo lo anterior con las palabras «retos», «sueños», «valentía» e «ilusión» y lo agitas bien el tiempo suficiente, nos traerá justo a este momento presente, en el que Marian Ruiz me dio la idea para la trama de mi segunda novela «Un otoño en India», estoy a días de lanzarte un bombazo que tendrá lugar la segunda semana de noviembre y volviendo con nueva temporada del podcast este viernes.
Cambios, cambios, cambios…
Este 2021 he reestructurado mi vida tanto y tantas veces que aun me cuesta a veces reconocerla. Separé caminos con mi última pareja, cambié de ciudad y de ritmo, emprendí, publiqué otra novela, escribí mi primer libro de no ficción, pasé todo el verano sin usar gafas de sol, regresé al mar, patiné, retomé la lista de libros pendientes y volví a leer muchísimo, como cuando nadie sabía qué estaba leyendo y me bebía cada página sin decoro ni culpa. Me encantan las cosas así, por placer y porque sí, porque gustan.
Llevo una temporada en la que cuando parece que estoy amoldándome bien al «ahora», surge un nuevo cambio y me toca volver a reestructurarlo todo. Es una locura. Pero a la vez un regalo porque me está permitiendo testarme y darme cuenta de todas esas cosas que a simple vista no se ven, pero que son importantes. En los próximos doce meses se avecinan muchas cosas, y tras meses de incertidumbre y de andar medio a ciegas parece que empiezo a vislumbrar el camino frente a mí. ¿Te apetece acompañarme?
De momento te puedo contar que:
- La semana próxima comenzaremos un club de lectura del que te hablaré en el próximo artículo del blog.
- La tercera temporada del podcast comienza ya y sus episodios a partir de ahora serán los viernes.
- La segunda semana de noviembre va a pasar algo, va a ser muy gordo, y si escribes (o fantaseas con hacerlo) te va a interesar.
- Si te gusta la escritura terapéutica y/o tienes curiosidad por descubrir más cosas sobre la filosofía del Yoga, el Proyecto Karma que verá la luz en noviembre te va a interesar.
- Félix J. Palma y yo estamos organizando cosis
de las que no puedo decir nada aún o me pasarán cosas terribles.
Te dejo el primer episodio de la tercera temporada del Podcast, donde te cuento todo de viva voz, y te espero el viernes 1 de octubre en el próximo.
Sé que en un año pueden pasar muchas cosas, así que me encantará saber cómo has estado tú
y qué te gustaría ver por aquí en esta nueva etapa 🙂
¿Me lo cuentas en comentarios? ¡Te leo!
Gracias por pasarte por aquí, y un abrazo inmenso ♥
La vida está llena de cambios. De hecho, dicen que «lo único constante en la vida es el cambio» y tienen toda la razón del mundo. Para poder ser una persona feliz, la capacidad más importante que tenemos que aprender es la de adaptarnos al cambio, a los giros que da la vida. Mucha gente cree que «improvisar» es hacer las cosas desde cero, sin prepararse ni esforzarse, y para muchos será así, pero aquellas personas que tienen éxito, que logran sus objetivos, lo que hacen es planear lo que desean y, desde esa base, desde esa preparación, improvisar según lo necesiten. Porque la vida es improvisación y cambio. ¡Mucha suerte con tus proyectos, Beatriz!