¿Has pensado alguna vez en viajar a la Polinesia Francesa? Yo me pasé muchos años soñando con visitar sus islas algún día, hasta que por azares del destino en los últimos dos años he terminado disfrutando de más de seis meses aquí (de hecho, desde ahí te escribo). ¿Quieres conocer un poco más sobre este precioso país? Entonces… ¡sigue leyendo!
La Polinesia Francesa
Al este del Pacífico Sur se extiende la Polinesia Francesa, que está a 18.000 km de España. Estas islas paradisíacas, a grandes rasgos, son generalmente de dos tipos: las islas bajas, que lucen sus anillos de coral, con sus preciosos atolones y sus indescriptibles playas de intensos azules y las islas altas o que lucen un relieve más accidentado, montañoso y verde-tropical.
La Polinesia Francesa está dividida en diferentes archipiélagos: Society Islands, las islas Marquesas, las Tuamotus, el archipiélago Gambier y las Australes —aunque yo solo te voy a hablar de los tres primeros porque son los únicos que de momento conozco—.
En la Polinesia el clima es en general siempre agradable gracias mayormente a las suaves brisas, aunque si vienes en barco como yo, tendrás que tener cuidado porque de vez en cuando se forman algunas tormentas y mucho mucho viento (que por otro lado, si practicas «Kite surf» te vendrá de perlas).
Tiburoncitos esperando que meta un pie en el agua para meterme un bocado 😅
Society Islands
Las islas más turísticas dentro de las Society Islands son Tahití, Moorea y Bora Bora. Tahití es la capital y la isla más grande. A diez minutos en avión de Tahití está Moorea (o a una hora en ferry) con sus precipicios y accidentadas montañas desde las que se aprecia la belleza de sus dos bahías (Punahi y Cook). Bora Bora tiene unos magníficos arrecifes de coral que envuelven lo que se considera una de las lagunas más bonitas del Planeta. A lo anterior se añade unos complejos hoteleros que figuran entre los más lujosos del mundo y una cultura e historia única que explica la gran aventura de estos pueblos que estuvieron en la inmensidad perdidos. He de añadir, que conozco mucha gente que llama a Bora Bora «Boring-Boring», porque en ciertos aspectos, está bastante sobrevalorada. (Si aprecias mi opinión, Moorea es la mejor de las tres, por su belleza, su accesibilidad y por estar menos saturada).
Las Tuamotus
Si buceas… necesitas ir a estas islas. Son las islas donde más tiempo he pasado y, aunque después de un tiempo te resultan todas muy parecidas, hay auténticas joyas (tanto bajo el agua como sobre ella).
Con sus 76 islas, es el mayor de los archipiélagos de la Polinesia y se esparce por una superficie de más de veinte mil kilómetros cuadrados. Rangiroa es el segundo atolón más grande del mundo, con mas de 75 kilómetros de longitud y 25 de anchura. Situadas a tan solo unos 50 minutos en avión de Tahiti, las islas Tuamotu son el reino del paraíso submarino.
Las condiciones aquí son extremas. El agua escasea y la gran mayoría de los hoteles dependen de la energía solar. Curiosamente uno de los elementos esenciales de la arquitectura tradicional es la cal, igual que en muchas islas del Mediterráneo.
La segunda industria más importante, después del turismo, es el cultivo de la perla negra. En las Tuamotu, especialmente en Manihi y Rangiroa, se encuentran los cultivos mas importantes de la ostra perlifera Pinctada Margaritifera
Las islas Marquesas
Muy poca gente visita este archipiélago porque es el más alejado de la capital. A diferencia de en las Tuamotus, aquí las islas son accidentadas, rocosas y montañosas. El buceo de este lugar es el que más he disfrutado, quizá por la gran cantidad de especies endémicas y la cantidad y diversidad de «macro» que se puede encontrar en esas aguas. Las islas en sí son mucho más salvajes, incluso el clima amenaza más con lluvia y viento que en los otros archipiélagos.
Los primeros pobladores de las Marquesas fueron los polinesios, alrededor del año 300 d. C. Según las evidencias etnológicas y las relaciones lingüísticas, lo más probable es que llegasen desde las islas Samoa.
El primer europeo que las visitó fue el español Álvaro de Mendaña en 1595. Pasaron casi dos siglos sin más visitas extranjeras hasta que llegó James Cook en 1774, para quedarse más de un mes reposando después de explorar la costa de la Antártida.Las islas marquesas sirvieron de inspiración para Herman Melville, cuyas experiencias en las islas fueron la base de sus novelas Typee y Omoo.
Algunas curiosidades…
1. Entre sus principales productos de exportación se encuentran las perlas y los cocos.
2. Solo el 40% de la población habla tahitiano aunque el 80% pertenece a esa étnia. El idioma más hablado (60%) es el francés.
3. Sus deportes más practicados tienen que ver con el agua y la playa. Los tahitianos son líderes en surf y alojan una de las fechas del World Tour (en la playa Teahupo´o, que significa muro de calaveras), en la que se originan las olas más peligrosas del mundo. También se destaca el Va´a (canoa en tahitiano), deporte en el que son los mejores del mundo.
4. Los domingos en Polinesia Francesa son para pasarlos en familia. Tienen la costumbre de hacer un desayuno copioso con platos preparados propios de la hora del almuerzo. Después, muchos acuden a la iglesia para posteriormente disfrutar juntos de cualquier plan al aire libre. Toda la vida se para a partir de las 12 del mediodía. Las tiendas cierran, no se vende alcohol y no encontrarás pan. Es importante tenerlo en cuenta para que si vas, te proveas previamente.
5. Tanto hombres como mujeres, tienen la costumbre de emplear las flores naturales como complemento diario. Ya sea con frondosas coronas de flores y plantas, o bien, flores sueltas. En el caso de los hombres, suelen llevar una flor de tiare sin abrir en su lado derecho. Las mujeres, sin embargo, llevan una flor a la izquierda significando que están comprometidas, y en el derecho, para representar que están abiertas al amor.
6. En las islas Marquesas, se practicó el canibalismo hasta finales del siglo XIX. Era una práctica habitual para sobrevivir en épocas de escasez. Además, era la solución para acabar con los enemigos, puesto que existían guerras constantes entre las familias de los distintos valles. De hecho, existe un caso del que se habló hace relativamente poco. Heike Dorsch escribió el libro Blauwasserleben, o Blue-Water Life, después de volver a Alemania y perder a su marido en Nuku Hiva por culpa de un local (os dejo el enlace a un par de artículos que habla de ello, si os pica la curiosidad: en español y en inglés)
7. En las islas del archipiélago de la Sociedad, entierran a sus seres queridos en las parcelas de sus propiedades o viviendas. Se pueden ver junto a las casas unos pequeños cementerios donde yacen los familiares más directos.
Libros para viajar a la Polinesia Francesa
Dado que este es un blog de literatura (por mucho que me fascine viajar y conocer otras realidades y culturas) ahora entramos en materia y te traigo una selección de novelas y libros de viajes para facilitarte viajar a la Polinesia Francesa, aunque sea a través de sus hojas.
1.Pasaje a Tahití, Eva García Sáenz
1890. Bastian y Hugo Fortuny parten a Tahití en busca de una oportunidad después de perder su trabajo como sopladores de vidrio en su Mallorca natal. Durante la travesía conocen a Laia Kane, la hija de un cónsul inglés corrupto en Menorca al que han desterrado a la isla de la Polinesia. Este encuentro marcará la vida de los hermanos Fortuny y de Laia para siempre. 1930. Denis Fortuny, el heredero del imperio de las perlas de lujo en Manacor, decide viajar a Tahití para averiguar el misterio que se oculta tras sus primeros años de vida.
«Pasaje a Tahití» narra una historia de amor, superación, secretos familiares, ambición y traiciones con el telón de fondo del Tahití colonial y el fascinante origen de las perlas cultivadas.
La acción transcurre en Manacor, Menorca, Marsella, París, Sidney, Japón y, sobre todo, en Tahití. El exotismo de la antigua colonia francesa se palpa en cada una de las páginas. La autora esboza un hermoso retrato de la cultura maorí y su gente, describiendo detalles de su vida cotidiana, sus valores y sus supersticiones y los conflictos con los colonizadores.
Además, cuenta una bonita historia de amor, que sobrevive al paso de los años y a las adversidades del destino, pero sin caer en la sensiblería.
2. TAIPI: UN EDEN CANIBAL , de Herman Melville
«¡Las Marquesas! ¡Qué extrañas visiones de cosas exóticas evoca este mismo nombre! Huríes desnudas, banquetes canibalescos, bosquecillos de cocoteros, arrecifes de coral, reyezuelos tatuados y templos de bambú; valles soleados plantados de árboles de pan; canoas talladas danzando en las chispeantes aguas azules; bosques salvajes custodiados por ídolos horribles: ritos paganos y sacrificios humanos». Con estas palabras nos introduce Melville en el universo de las islas de los Mares del Sur, donde recaló en 1842 -en la espléndida bahía de Taioache, en Nukuheva-, después de un prolongado viaje a bordo del ballenero Acushnet.
Taipi es el relato prodigioso de las aventuras y desventuras del autor en las Marquesas: la huida del barco, la angustiosa odisea por los valles de Nuku Hiva, el descubrimiento de un paraíso sorprendente, la vida entre los indígenas, sus costumbres, su dicha paradisiaca, su epicúreo primitivismo. y el idilio amoroso que se encarna en la belleza de Fayaway.
3. Bora Bora, Alberto Vázquez-Figueroa
Es una de las novelas más exitosas de Alberto Vázquez-Figueroa, que retrata la cultura de los navegantes polinesios con los que convivió durante su juventud.
La población de una idílica isla es masacrada y su princesa secuestrada por asaltantes de un remoto islote. Los supervivientes superarán los peligros del Pacífico Sur para vengarse.
4. Polinesia, Paraiso encontrado, de Robert Louis Stevenson y Jules Dumont
Esta obra reúne por primera vez dos de los mejores relatos de viajes que dio el siglo XIX, cuando la ciencia y la búsqueda de nuevos territorios empujaban a aventureros y escritores a romper fronteras. Sus autores, Robert Louis Stevenson y Jules Dumont D’Urville, trasladan a estas páginas su experiencia del viaje describiendo con fidelidad uno de los territorios más desconocidos del planeta.
5. Relatos de los Mares del Sur, de Jack London
Relatos muy entretenidos aunque con un toque violento importante. Refleja la cruda brutalidad de aquella época en los mares de la Polinesia, donde la copra, las perlas y los esclavos eran bienes muy preciados.
La mayor parte de las narraciones incluidas en este volumen rememoran y dan forma a las intensas experiencias vividas por Jack London (1876-1916) durante el largo viaje que realizó entre 1907 y 1909 a Polinesia. Pese a estar recorridos siempre por una corriente de humor o de fina ironía, estos «Relatos de mares del Sur» expresan, sin embargo, las obsesiones y convicciones que dominaron la existencia del inquieto autor: en los conflictos que se plantean en ellos la victoria nunca será de la moral, la ética o los ideales, sino de las fuerzas primigenias, del ímpetu ciego de la naturaleza o de la violencia de los hombres.
6. Diario de viaje Polinesia Francesa: Planificador de viajes
Si después de leer este artículo te ves viajando en breve a la Polinesia Francesa (o conoces a alguien que vaya a hacerlo) este diario de viaje es el compañero perfecto para esas inolvidables vacaciones con mucha aventura, diversión y acción. Buscando material para el artículo me crucé con él, me resultó gracioso y me dije… ¿por qué no? Ideal para registrar tus experiencias para siempre en este cuaderno y disfrute de su viaje a Polinesia Francesa.
Un lugar de ensueño…
Los delfines de Rangiroa son super juguetones y curiosos, y suelen acercarse a los buzos para saludar y dar vueltas contigo… 😍
Antes de conocer este lugar un poco más, viajar a la Polinesia Francesa me parecía un sueño lejano difícil de alcanzar. A día de hoy (aun sabiendo que no es el destino más barato del mundo) sé que existen maneras de viajar a este país sin tener que vender un riñón en el mercado negro y estoy segura de que volveré pronto.
Si te preguntas qué es lo que más me ha gustado, la respuesta es… Moorea, el buceo en las islas Marquesas, jugar con los delfines —en libertad— de Ranguiroa, los tiburones de Fakarava y los divertidísimos buceos de corriente de las Tuamotus. También vimos ballenas y las escuchamos cantar en muchos buceos, y jamás olvidaré la belleza de esos increíbles animales jugando y saltando frente a nosotros. Os dejo un vídeo (subiré más según llegue a casa) para que os sintáis un poco allí, y os entren ganas de leer y trasladaros a estas islas.
¿Conoces algún otro libro interesante ambientado en la Polinesia Francesa? ¿Has visitado ya este país?
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