Todo el mundo quiere vivir más feliz, y respirar tranquilidad y paz, pero no siempre sabemos cómo conseguirlo. Vivir feliz es una meta cuyo título se diluye muchas veces cuando lo miras de frente. ¿Qué significa ser feliz? La felicidad tiene muchos nombres, y muchas percepciones diferentes.
¿Qué es la felicidad?
Si le preguntamos a mister Wikipedia te dice que la felicidad es una emoción que se produce en un ser vivo cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Google, por otro lado, nos dice que la felicidad es el estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno.
Ser feliz es una meta a la que tanto tú como yo queremos llegar, pero en general todos tenemos ideas diferentes sobre cómo alcanzarla. Es fácil pensar en la felicidad como un destino, pero aprender a sentirnos bien y felices sean cuales sean las circunstancias que nos rodean es en realidad la clave para mantenernos en paz y armonía tanto con nosotros mismos como con la vida en general.
Yo creo que en mi próxima vida no me importaría ser una perra, y vivir feliz y despreocupada. Traería las pelotas y palos obediente, ¡palabra!
¿Sabías que…?
Solo el 17% de la población siente que sus vidas son plenas y significativas. ¡Solo el 17%!
Cierto es que en muchas ocasiones, las circunstancias pueden ponértelo jodidamente difícil para mantener esa paz de la que hablábamos, y que con sobrevivir basta. Hablo de ese día que pareces haberte levantado con el pie izquierdo, te echan del trabajo, la salud de tu gente no acompaña, o… por qué no, también cuando te sale una espinilla a lo bruja piruja justo el día en el que por fin tienes una cita con el buenorro de Tinder que tan perraca te pone.
Me da igual. Las circunstancias de cada uno, son las circunstancias de cada uno, y las cosas más mínimas pueden parecer gigantescas el día en el que tienes las hormonas revueltas, o cuando llevas ya muchos aguantando una sonrisa que no sientes para todo el que está a tu alrededor.
¿Qué puedo hacer para decidir ser feliz?
Las personas que forman parte de ese 17% dicen que la felicidad se convierte en un hábito. Que no es un destino, sino una forma de vivir y de ver la vida. Que hacen falta práctica y paciencia.
En el artículo de hoy te traigo 10 pequeños consejos que te pueden ayudar a crear espacio, poco a poco, para que esa meta titulada “felicidad” se convierta poco a poco en tu día a día.
10 Claves para vivir más feliz y relajada
1. Respira
El cuerpo fue diseñado maravillosamente, y cuenta con su propio sistema antiestrés incorporado. La mente y los pulmones están estrechamente relacionados: cuando tu mente va a mil por hora, tu respiración se vuelve más rápida y superficial, del mismo modo que cuando tomas largas y profundas respiraciones la mente se va calmando. Es una carretera bidireccional que si aprendes a usar, te permitirá ganar un poquito de paz y de relax cada día.
Otra cosa que también viene muy bien es concentrarte en la respiración. Intentando notar los cambios físicos que se producen al entrar y salir el aire de tus pulmones, (por ejemplo) mientras tratas de activar tus cinco sentidos y enviar tu atención a diferentes puntos de tu cuerpo o respiración. (Te dejo como ejemplo un vídeo de Youtube de una técnica de relajación guiada sencilla. Si necesitas consejo sobre técnicas de relajación o meditación, déjame un comentario y ampliaré información en otro post o por privado contigo)
2. Llama a algún amigo. Cultiva amistades nuevas.
A veces hablar con alguien libera muchísimo. Escuchar una voz amiga, desahogarte, sentirte acompañada…
Si no crees poder abrirte con gente de tu entorno, quizás es el momento de cultivar amistades nuevas. ¿Por qué?
Un entorno social saludable es importante. Tener gente cerca con la que poder ser tú misma y hablar de tus problemas o tus sombras da otro color a la vida. ¿No decían antes eso de “dime con quien te juntas, y te diré quién eres”? Pues eso. Poder contar con gente sana y positiva alrededor, ayuda a mantener el ánimo arriba y a ver el vaso medio lleno, en lugar de medio vacío.
3. Olvídate del móvil y las redes sociales al menos una hora al día
Hoy en día pasamos demasiado tiempo pegados a la pantalla de nuestros dispositivos. Teléfono móvil, ordenador, televisión, IPad… ¡todo! No sé a ti, pero a mí a veces me entra un poco de ansiedad por la presión que eso crea. O me duelen la cabeza o la vista, y necesito un break.
Conozco a gente que cuando llega a casa de trabajar, apaga el móvil y se olvida hasta el día siguiente. También conozco a otras muchas personas que, por distintas razones no pueden, y les cuesta mucho más desconectar.
Yo te propongo que cuando te sientas estresada, o agobiada, te tomes un rato para ti. Cierra el ordenador, pon el teléfono en modo avión y sal a pasear. Pon música si quieres, pero date un poco de espacio para ser tú, sin presiones ni agobios de ningún tipo, y te aseguro que cuando vuelvas a casa te sentirás mucho mejor. Es importante que marques tus límites y dediques tiempo y energía a tu vida personal y a mantener tu paz interior equilibrada.
4. Incorpora hábitos saludables
Para vivir en armonía es necesario cuidar mente y cuerpo. Ya sabemos todos de sobra que una mala alimentación, el tabaco o el uso abusivo del alcohol perjudican nuestra salud. Si haces un pequeño examen interno y te das cuenta de que no tienes demasiada armonía en tus hábitos, quizá puedes probar a añadir más frutas y verduras a tu dieta, beber más agua, reducir el consumo de azúcar o alimentos procesados… dormir más (y mejor). Y empezar a hacer deporte regularmente.
Importante: Mejora tu autoestima
Acabamos de hablar de cómo cuidar el cuerpo un poco más, pero la mente es un elemento fundamental también para encontrar ese bienestar y felicidad tan ansiada, incluso me atrevería a decir que en la mente está la clave. ¿Estás contenta con tu relación contigo misma? ¿Te cuidas? ¿Te tratas bien?
Algo que aprendí hace unos años, cuando empecé a hacer coaching y a curar mi relación conmigo misma es que me machacaba y autosaboteaba yo misma por un ansia estúpido de ser perfecta. Y cuando ganaba perspectiva me daba cuenta de que muchas veces eran las circunstancias, pero otras muchas, era el cómo yo misma reaccionaba a esas circunstancias por no saber fluir.
¿Mi consejo?
Quiérete más. Quiérete mucho. Mírate al espejo y date cuenta de lo bonita que eres por el simple hecho de ser tú. Cuando tu autoestima está sano y fuerte, el optimismo sale solo y notarás ese cambio de energía que trae siempre consigo.
5. Aprende a pedir ayuda
Es esencial saber pedir ayuda. Y en ocasiones muy difícil, lo sé. Muchas veces no nos tomamos demasiado en serio nuestros problemas, y lo vamos dejando y dejando… O a lo mejor nos da vergüenza. O no acudimos al psicólogo o al coach por dinero. Pero déjame que te diga una cosa: la felicidad no tiene precio. Vivir sano no tiene precio. A veces creemos que la salud mental es algo superfluo, pero no.
Buscar ayuda psicológica no tiene nada de malo. Los expertos afirman que la terapia es un elemento clave muy beneficioso para aprender a gestionar las emociones negativas o los problemas de salud relacionados con los hábitos. Además, a día de hoy puedes encontrar ayuda online, presencial, por teléfono… De verdad. Si crees que tú sola no puedes, pide ayuda. Hay mucha gente bonita ahí fuera con ganas de echarte un cable, dos y los que hagan falta. Cuéntales lo que te pasa y seguro que encuentran la manera de cargarte de energía positiva.
6. Prueba cosas nuevas
Lánzate a la piscina. Atrévete. Haz eso que tienes tantas ganas pero a lo que no te atreves. Hay muchos estudios que demuestran que gastarte el dinero en experiencias te hace mucho más feliz que gastártelo en objetos. Además, lo único que te vas a llevar es aquello que vivas… ¿Qué quieres llevarte tú?
7. Organiza un viaje
Tener un objetivo en mente (y más si es un viaje) influye positivamente en todos tus niveles de felicidad. La expectación es tan satisfactoria como las vacaciones en sí mismas. Qué tal si organizas una escapada de fin de semana con amigas, ¿o un viaje tú sola por Tailandia? Da igual. Me juego lo que quieras a que cuando vuelvas, será con una sonrisa enorme en los labios y mil historias nuevas por contar.
8. Toma decisiones
Empezamos a ponernos serios… Pero considero que este punto es muy importante. Leí hace bastante la siguiente frase y me marcó mucho:
En multitud de ocasiones le damos vueltas y más vueltas a un problema o a una situación que nos hace infelices, pero no nos atrevemos no sabemos resolverlo. Tenemos miedo. El problema de verdad es que cuando tenemos miedo, buscamos excusas para evitar tomar decisiones que a la larga nos harían mucho más felices, pero que ahora nos parecen demasiado complicadas de afrontar.
Por lo general, la solución es coger el toro por los cuernos y actuar. Cierra los ojos y cuenta hasta diez si lo ves necesario, pero échale ovarios y ve al grano. ¿Qué es mejor: la ansiedad que te crea el mantener una situación que no te hace feliz, o la paz de espíritu que te aportaría soportar un estrés momentáneo a la hora de llevar tu decisión a cabo? Para vivir felices tenemos que ser valientes y atrevernos a tomar la iniciativa. Lo hemos hablado antes: tenemos que decidir ser felices. Y enfrentarnos con aquello que nos molesta para crear espacio forma parte del proceso para que la felicidad se quede a darnos la mano. Comprobarás que aquello que te asustaba no era tan terrible.
9. Desconecta y date un capricho.
Qué bien sienta cuidarse. De vez en cuando sienta de fábula mimarnos nosotras mismas. A mí me encanta, vaya.
Ponte guapa. Invítate a cenar o a una copa de vino en ese sitio que te gusta tanto. Vete a ver unos monólogos o una obra de teatro de esas que te llenan de buen rollo. Cómprate unos zapatos nuevos. O un vestidito. O un pañuelo bonito (mi debilidad). Vete a dar un masaje.
También puedes darte un baño en leche de burra como hacían las egipcias, o en leche de almendras que ahora está más de moda.
Haz lo que quieras, incluso una sesión de spa en casa con un té o un vino y un buen libro. (Pincha para encontrar ideas de libros divertidos con los que desconectar un poco). Baila delante del espejo con música de reguetón o de raperas americanas. Lo. Que. Quieras. Pero mímate, y permítete sentirte como la princesa del cuento, sin madrastras ni manzanas encantadas de por medio.
10. Agradece las pequeñas cosas
Puede parecer el punto más chorra, pero para mí es tan importante como el resto. Agradeciendo las pequeñas cosas creamos una energía de gratitud abundancia, que no hace sino atraer más cosas bonitas a nuestra puerta.
Ya vimos en el punto 4 la importancia de nuestra mente para cultivar la felicidad. Para ser feliz tenemos que decidir tomar las riendas y poner nuestra atención en lo que importa. Y los ferraris no importan tanto como los abrazos o los besos.
Si tienes un ferrari en la puerta no te vas a sentir mejor cuando tengas un día tonto, pero el que venga una amiga a verte con una sopita (o tres botellas de lambrusco) y te dé un abrazo sí que va a hacerlo. Y esas, son pequeñas cosas.
Te propongo algo: antes de dormir, cuando ya estés en la cama con el pijama de abuela y la sábana tapándote hasta la barbilla, cierra los ojos y da las gracias mentalmente por las cosas bonitas que te hayan pasado durante el día. Al menos tres. Verás que al principio te puede costar más encontrar cosas que agradecer, pero según vayas creando el hábito, te será más sencillo encontrar cosas por las que estar agradecida, tanto ahí como a lo largo del día. Así, poquito a poquito, vamos aprendiendo a ver las pequeñas cosas en el día a día, que son clave para vivir más felices de hoy en adelante.
En definitiva, para vivir más feliz no hacen falta grandes gestos, sino pequeñas cosas que unidas, día a día, van sumando sonrisas.
¿Y tú? ¿Te consideras una persona feliz? ¿qué haces para mantener la paz interna?
Si te ha gustado el post, déjame un comentario o compártelo con tus redes sociales. Quizá a alguien de tu entorno le vendría bien. ¡Un abrazo!